Es indudable la revitalización y la fuerte presencia del son jarocho en los fandangos y en la escena musical de México y de otros países. Alrededor del son han surgido un sinfín de propuestas sonoras, a lo largo de los últimos 35 años, cuando “el regreso del son” incluía un puñado de grupos comprometidos que luchaban por reinsertarlo en el Sotavento veracruzano, de donde es originario. De entonces a la fecha, la historia del son jarocho se ha escrito con letras grandes, pero también se ha cuestionado el alejamiento de sus orígenes y tradiciones por parte de corrientes (que buscan “un son de escenario”, “de luces”) sin el conocimiento necesario y que han olvidado la esencia del son. Pero también hay otras que trasladan esta música para convivir con otras expresiones de nuestro país y Latinoamérica y mostrar lo mejor del son.
El músico Jacinto Gatica se encuentra en esta línea ya que vuelve evidente, en el presente disco, los lazos que existe entre el son jarocho y el festejo peruano, la rumba flamenca y guajira, y conjuga de una manera natural, sin “rebuscamientos” forzados, lo tradicional y lo académico. A su vez, retoma otras músicas como el rock, la trova y el vals, para reafirmar que el son es parte esencial de la música mexicana. El objetivo es claro, mostrar a las generaciones emergentes su riqueza sonora y sus infinitas posibilidades, y de ahí llegar, transportarse, asentarse en sus raíces. Esta sugestiva propuesta solo podría llevarla a cabo un músico experimentado y de una amplia trayectoria.
Todo esto, teniendo al arpa como eje de esta propuesta musical. Jacinto Gatica ubica, sin rodeos, el papel de este instrumento en este material discográfico. Nos dice que el arpa “invita a otros géneros musicales a formar parte de su sonido dulce, melodioso de presencia firme y fantástica”.